Muchas veces no conocemos la importancia que tiene el ponerle atención a lo que estamos consumiendo y como estamos nutriendo nuestro cuerpo.
Existen varios métodos que se pueden implementar para que uno pueda tener una mejor interacción y relación con la comida. Entre estos métodos, está: la velocidad en que uno consume los alimentos, el entorno en el que uno come y la escala del hambre que uno llega a tener previo a cada tiempo de comida.
La velocidad del consumo
Muchas veces cuando nos toca comer, solemos consumir los alimentos de una manera rápida por cuestiones de tiempo, nivel de hambre o prioridad. Ocasionando que no haya una adecuada conexión y regulación del hambre entre el cerebro y el sistema gastrointestinal. Por lo que la persona muy pocas veces puede llegar a diagnosticar cuando se encuentra lleno o con hambre.
El entorno en el que uno come
Cuando realizamos alguna comida es muy importante que nos encontremos sentados, relajados y sin distracciones; por lo que las distracciones como los aparatos electrónicos o las emociones que nos aturden, pueden ocasionar que nuestro foco de atención no esté en la comida y por ende consumir más de las porciones que requiere nuestro cuerpo.
La escala del hambre
Es muy importante que cada persona conozca cuánta hambre tiene previo a cada tiempo de comida y que tan saciado se encuentre después de comer. Esto ayudará a que la persona no coma más de sus porciones requeridas o que realice alguna refacción unas horas antes previo a su comida principal.
El ser más conscientes con lo que estamos comiendo, la velocidad en que comemos, el entorno en que nos encontramos y la cantidad de hambre que llegamos a tener previo a cada tiempo de comida nos permitirá tener una mejor relación con la alimentación y cuidar de nuestras porciones.